VIENTO DE LEVANTE
La realidad en gran formato
Por Paco DelgadoEstá siendo uno de los grandes acontecimientos de la temporada y ha sorprendido a todos cuantos la han visto. Tardes de soledad, la cinta de
Albert Serra que muestra al mundo lo que de verdad pasa en el ruedo entre el toro y el torero, es descarnada y estremecedora. Y hace que crezca la admiración hacia los protagonistas del duelo: el toro y el torero.
Con lleno absoluto en una de las salas del ABC Park, hace unos días tuvo efecto en Valencia el estreno de Tardes de soledad, la película de Albert Serra ganadora de la Concha de Oro del festival de San Sebastián y galardonada y alabada en otros muchos certámenes cinematográficos de todo el mundo.
Ya, para empezar, un dato positivo y alentador, ese llenazo quiere decir algo. Unos días antes fui a ver una de las películas de moda, Emilia Pérez, y ¡estaba solo en la sala! Y la semana anterior, para ver The Brutalist, otro de los títulos del año, éramos cuatro o cinco...
La cinta, que tiene a Roca Rey como protagonista, ofrece a lo largo de sus más de dos horas de metraje -que no pesan en absoluto- una visión cercana y lo más personal posible de lo que siente un torero y pasa por su cabeza antes, durante y después de ponerse ante el toro, al que se muestra imponente y majestuoso, una prueba a la que muy pocos son capaces de enfrentarse.
Aquí no hay una vista panorámica del ruedo ni una visión de conjunto de una faena, sino retazos de lo que el torero hace y siente ante el toro, al que se puede observar en un primerísimo plano nunca antes visto ni en una retransmisión televisiva ni, mucho menos, en una película taurina al uso. Y no deja a nadie indiferente.
No hay banda sonora. Ni diálogos. Ni trama, nudo o desenlace. Es una sucesión de imágenes de cómo un profesional se juega la vida cada tarde a cara o cruz. El torero apenas si pronuncia algunas palabras, contrastando a la vez con la cháchara aduladora y servil de su cuadrilla, remarcando ese distanciamiento del protagonista con su entorno y centrado sólo en su obra. ¿He estado bien?, ese toro se me ha ido... esa es su obsesión.
La concentración, la responsabilidad, el recogimiento del torero ante su destino más inmediato está presente casi en cada fotograma, quedando patente esa soledad a la que hace referencia el título del torero ante el toro, que, a su vez, también se enfrenta en solitario a su más que ineludible final.
No hay concesiones fáciles ni folclóricas, prescindiendo en gran medida también del ambiente de las plazas, buscando ahondar en lo que pasa por la mente del diestro en uno de los momentos cruciales de su vida. Y que se repetirá al día siguiente en otra plaza y ante otros toros.
No se entra en el debate de toros sí o toros no. Se muestra una realidad, fuertemente arraigada en nuestra cultura y civilización desde siempre y en la que se representa, ni más ni menos, la vida, con todo lo que conlleva; trabajo, sufrimiento, alegría, miedo, dolor, éxito, muerte…
Al final del pase hubo un coloquio, dirigido por nuestro compañero Enrique Amat, que también hizo la introducción de la película, en el que junto al ganadero Daniel Ramos, en cuya ganadería se grabó el sonido de los toros que aparecen en el filme, el numerosísimo público asistente comentó la película, siendo mayoría los espectadores que se mostraron fascinados con este trabajo. Incluso una espectadora que se confesó antitaurina no tuvo reparo en declarar que ahora veía el espectáculo taurino de otra manera. Otro éxito.