VIENTO DE LEVANTE

Un país a oscuras

Por Paco Delgado
jueves, 8 de mayo de 2025 · 08:15

Hace unos días España, o lo que que va quedando de ella, sufrió un nuevo desastre y aunque sin llegar a las proporciones del ocasionado por la dana de octubre, vuelve a evidenciar que estamos en manos de gente incompetente y que parece que lo que único que les importa es el cargo que ocupa y el sueldo que lleva aparejado. Lo demás no va con ellos.   

Nuestro pobre país ha vuelto a vivir un episodio lamentable con el apagón general sufrido el pasado lunes 28 de abril. A las 12,30 horas se fue la luz y no se restableció el servicio eléctrico, aun con restricciones y medias tintas, hasta las 20 horas, más o menos y dependiendo de la situación geográfica, pues hubo lugares en los que no se volvió a la, llamémosla así, normalidad hasta mucho más tarde.

Sobre las 18,30 el presidente del Gobierno hizo una alocución pública llamando a la calma pero, como es su costumbre, sin explicar ni el más mínimo detalle de cómos, porqués ni cuándos. Palabrería hueca y vacía como él cree que están nuestras cabezas.

Por su parte, Red Eléctrica Española, el monopolio estatal responsable del asunto -y cuya presidenta, con el sueldo más alto de todo el escalafón de empresas públicas, al parecer más de medio millón de euros, no dio la cara-, esperó casi 50 horas para explicar malamente qué pudo pasar ese día con la luz. Otra perogrullada que no aclaró nada. Eso sí, dejó claro que no hay dimisiones. Tampoco el Ministro del ramo dijo esta boca es mía. Y, a día de hoy, oficialmente no hay explicación más o menos convincente de lo que originó un desaguisado que se suma a una larga lista ya de siniestras anécdotas sufridas a lo largo de estos últimos pocos años: el atentado de Atocha, el terremoto de Lorca, la pandemia, la erupción del volcán de La Palma, las inundaciones de Valencia... y que maldita la gracia que tienen.

Como ya es habitual, en los medios de comunicación hubo división de opiniones y para quienes demostraron su fidelidad a la mano que les da de comer sólo fue una incidencia más o menos fortuita, exagerada de manera interesada por la derecha y la ultraderecha; los más independientes dieron una serie de hipótesis en las que aparece diáfana la incompetencia de los responsables y la falta de respuesta ágil  a la incidencia al haber sido desmantelada la mayor parte de centrales hidroeléctricas por cuestiones ideológicas. Tampoco faltaron los que aceptan como inevitable la imprevisibilidad de la naturaleza ni quienes alimentaron toda clase de bulos.

Pero lo bien cierto es que millones de personas se quedaron atrapadas en medios de transporte, ascensores o en sus propios domicilios, sin energía eléctrica ni todo lo que ahora depende de ella, provocando de paso otra hecatombe económica para miles y miles de empresas y negocios. Un no pequeño caos que de parte interesada se ha tratado de minimizar ya que era imposible ocultarlo.

Y, sin embargo, ese día hubo toros en Sevilla, lo que son las cosas, pese a que muchos fueron los espectadores potenciales que no pudieron llegar al no funcionar las comunicaciones. La fuerza de nuestra fiesta es así, y aunque pudo haber pasado de todo por lo que para algunos fue una irresponsabilidad el no aplazar la función, lo bien cierto es que la novillada fue para adelante y el resultado brillante. 

Como para adelante va la ILP que pretende despojar a la tauromaquia de su protección como Patrimonio Cultural, lo que dejaría vía libre a las comunidades autonómicas para ilegalizar, prohibir y acabar, en definitiva, con el espectáculo taurino, como ya se hizo en su día en Cataluña y se intentó en Baleares. Cuando su debate llegue al Congreso será necesario que, para contrarrestar el ya seguro voto favorable a esta iniciativa antitaurina de los partidos más radicales de la izquierda así como de los independentistas, el partido que ahora gobierna -en coalición con el, en este caso, enemigo- se deje de pamplinas partidistas y egoístas y apoye sin fisuras a la causa taurina. De lo contrario España sería también un país a oscuras.