VIÑETAS

Monólogo de la hamburguesa

lunes, 21 de noviembre de 2022 · 12:35

Sin pretensión. Soy de las que llaman sencillas o económicas y, aun así, la más solicitada del mundo. Mis elementos, los esenciales nada más. Dos hemisferios de pan, una hoja de lechuga, una rodaja de tomate y el medallón de carne pasado por la hoguera.

Sin embargo, cuanta complejidad tras mi aparente simpleza. Cuanta historia, trabajos, azares y sobre todo cuanta vida sacrificada para que mi existencia soporte otras existencias.

El buen trigo reproducido en campos de concentración, segado en lo mejor de su juventud, desgranado, triturado y llevado a los hornos; luego de ser amasado con la leche que las vacas prisioneras no pudieron dar a sus crías. Con los huevos que nunca fueron pollitos, cosechados en galpones industriales. Y la tierna lechuga inmisericordemente arrancada de su lecho y destrozada. Y el inocente tomate amputado de su frágil tallo y tasajeado. 

Y el novillo y el cerdo que no pudieron ser adultos porque sin oportunidad, masivamente fueron cebados, asesinados, desangrados, destripados, desmembrados, molidos y sus restos congelados antes de llegar a la parrilla y a la mesa. Cuántas vidas debieron terminar para ser lo que soy, alimento humano que al final, cerrando el ciclo, abonará nueva vida. ¿No es cruel? Me avergüenzo.

¿No hay derechos? ¿No hay proyectos de ley que prohíban esta barbarie? ¿No hay defensores de la vida (vegetal y animal) que impidan esta masacre pública? ¿Por qué los políticos persiguen ahora solo las corridas donde unos muy pocos toros tienen el privilegio de batirse abiertamente? ¿Y todo lo demás, qué?

¿Hasta cuándo, tigres matando cervatillos, águilas desgarrando ratoncitos, peces grandes comiéndose a los chicos? ¿Libidinosos mutilando flores, para cortejar? ¿Abejas robando néctar? ¿Hasta cuándo este horror? ¡Alto al sadismo!

Que proscriban también el control de plagas, el aseo y la sanidad humana, que mata macro y microrganismos. Y en justicia, la biología completa, penalizando toda muerte y toda vida que de ella derive. De lo contrario, cualquier parcialidad será patraña.