VIÑETAS

Debut, lección y discusión

lunes, 1 de mayo de 2023 · 12:46

Ayer debutaba con corrida de toros en la La Maestranza, La Quinta, hierro portaestandarte de Santa Coloma. Y lo hizo de etiqueta. Siete buenosmozos cárdenos (segundo bis oscuro) muy en tipo de su ancestro, con 531 kilos promedio. Bravíos, prontos, codiciosos, atacaron capotes y petos. Empujaron. El cuarto en tres varas, la última, protestada en lugar de aplaudida por la parroquia. En la muleta opusieron diverso grado de dificultad a los que venían a matarlos y al menos tres de ellos: primero, quinto y sexto pusieron las orejas a disposición de quien fuera capaz de cortárselas y se fueron ovacionados en el arrastre.

Celebrando el acontecimiento, Daniel Luque, ha brindado dos faenas maestras, de hondo contenido. Cómo hizo brillar el toreo, cómo predico su esencia sin decir una palabra, cómo demostró el principio canónico de que torear es poderle a los toros, mandarlos, someterlos en vez de aprovecharse ladinamente de las ventajas que brinden.

El momento cumbre y uno de los más altos de esta feria clamorosa, se vivió con “Ibarreño”, el quinto. Irreverente con los capotes, fiero en el peto, apretador en banderilla. Proclama izquierdista. Trece naturales repartidos y el broche, todo en los medios. Gran plebiscito. Entonces ocho más por mismo, cambio y derecha por bajo, convocaron la música. Temple, colocación y autoridad. De contramano con igual partitura y un desplante de dominio. La Maestranza en pie. El toro vencido, dudaba y el trapo mandaba, justo y a la medida. En la misma cuna cuando fue necesario. La verdad estaba escrita. La gran estocada la firmó. El público dio la suya pero don Gabriel Fernández Rey que al parecer no estaba en onda, negó la suya. No pasa nada. Lo hecho, hecho está.

“Turquesito” el segundo bis, pues el titular se fracturó. Se peleó, duro con “El Patilla” y luego se dio una vuelta canela de muerte. Se dio por acabado. Pero nada, se levantó, y emocionante propició un lujoso tercio con Iván García y Jesús Arruga. Saludaron, claro. Seis derechas por alto, cambio de mano y pecho. Venteaba fuerte. Once naturales en dos tiempos y el forzado. Seis más por el otro lado cambio de mano y pecho. En la siguiente cita el quinteño acusó la fatiga y entonces la muleta administró con precisión lo que quedaba y la espada contraria pero ejecutada leal y total.

Correspondió a El Juli el toro del debut. Único cinqueño de la tarde. “Detenido”, número 37 de 530 kilos, aplaudido de salida, codicioso, veloz en las cuatro y media verónicas de apertura. Furioso, celoso y cargoso, contra el caballo de Salvador Núñez. Bravo ante Montes y el extraordinario cuarteo de “El Pilo”. Solo deslució por escarbar. Luego su noble y lenta embestida dio pábulo a una faena de paño planchado, rima y marcapaso. Que pronto pusieron griterío y pasodoble. Las plantas quietas el trazo largo, el embroque apretado, la muleta con la mitad barriendo arena pa dentro y los remates exactos. El volapié veraz, atracándose de toro dejó la espada hasta los gavilanes un poco pasada (no trasera).  Rodó el cinqueño. Faena prístina, impecable. La plaza se llenó de pañuelos y voces. Don Gabriel inconmovible no sacó esta vez su antes alegre pañuelo. Se armó la bronca y la vuelta que no quería dar el madrileño, fue exigida como una reivindicación del pueblo. A la salida volvieron contra su señoría. Cosa de la democracia taurina. El curto fue manso y la porfía breve.

Pablo Aguado, consentido de Sevilla, que había estado soso con el soso tercero al que mató de fierrazo caído, se le fue ido un gran toro el sexto, y con él un triunfo a mano. Solo esbozó atisbos de su arte capotero en el saludo de cal y arena. Lo demás, fue lo de menos. Una pena.

Discusión: Discrepo del importante abogado quien alegó que la primera oreja la da el público porque es el que paga. No, no. ¿Cómo así? Las orejas las concede el presidente, a petición mayoritaria del público, solo como requisito, no como imposición.