ORTEGA CANO

“Lo más importante es tener una afición desmedida y una gran entrega a la profesión”

viernes, 3 de marzo de 2023 · 04:06

Ortega Cano, matador de toros, ganadero, empresario y actualmente apoderado, lo ha sido todo en el toreo, y desde una nueva perspectiva, contempla lo que ha sido su profesión a lo largo de toda su vida.

Hace poco le tributaron un homenaje en San Sebastián de los Reyes, donde se inauguró el museo en su honor.

Aunque yo nunca he renegado de ser cartagenero, desde muy chico viví en San Sebastián de los Reyes. Ahí tuve mi vida, mi casa y me hice hombre y persona. Ahora estoy muy contento con este homenaje y es una satisfacción personal que se hayan acordado de mí con este museo. Es una obra muy bonita y bienvenida sea esta iniciativa. El toreo necesita de valores, que la gente lo vea, que lo sienta, y hay que transmitir ese sentimiento a los demás.

Cuando empezó con El Platanito no sé si esperaría llegar a donde a llegado.

La verdad es que no, pero luego el esfuerzo ha sido una constante en mi vida. Esa competencia, esa línea de perseverancia, de entrega y de esfuerzo me ha hecho sacar todo lo que llevaba dentro y conseguir metas. Y ahora a mi edad ya no puedo hacer más, pero estoy satisfecho de lo que he conseguido y he dejado en el toreo. Y también estoy agradecido de lo que el toreo ha significado para mi.

Ahora hay que ver los toros desde la barrera.

Bueno sí. La edad te lleva a hacer otras cosas. A dedicarte a otros menesteres. Y ahora me toca la labor de apoderado, vivir las Fallas desde otra faceta. Me hubiera gustado estar en el ruedo, como no, pero los años no pasan en balde. Me vienen a la cabeza muchos recuerdos de cuando estaba en activo. Y ahora lo disfruto de otra manera. Llevo un torero que pienso que va a ser figura del toreo y el día 14 si Dios quiere, ahí estaré en el callejón de la plaza de Valencia para animarle.

Un torero que ilusiona.

Álvaro Burdiel tiene todas las virtudes. Tengo que decir que estoy muy contento con él. Reúne todo lo que a mí me hubiera gustado ser y hacer. Estoy contento porque pienso que va a ser figura. Además, tiene una cosa muy importante. Es torero en la plaza y en la calle. Viene de una muy buena familia, muy buena gente y educada y así da gusto. Tiene valores personales, que eso es muy importante. Porque hay que ser bueno en la plaza y en la calle. Educado como persona, ser gente de bien, eso es lo más importante. Y tener espíritu de sacrificio y de superación.

Usted sabe de lo que habla, porque para llegar a su figura no se lo pusieron fácil.

Ni mí ni a nadie. Tuve que afrontar adversidades y cornadas. Y personas que se olvidaron de uno. Pero yo hice lo posible para hacer las cosas bien, para superarme, para llegar a alcanzar mis sueños. Y eso se consigue a base de trabajo.

Un punto de inflexión fue el año 1982, un año importante, por las elecciones, por el mundial de fútbol, por la movida. Y luego el indulto de aquel toro Belador de Victorino Martín. Aquello marcó un antes y un después en la plaza de toros de Las Ventas.

La verdad es que fue algo grande. Un toro de Victorino en la primera plaza del mundo. Se requería un toro bueno, y un torero que fuera capaz de estar a la altura de las circunstancias. Aquella tarde se dieron una serie de circunstancias para que aquello saliese y funcionase. Fue una conjunción de ganadero, torero y cuadrillas para que las cosas resultasen así y el toro pudiera volver al campo.

Aunque el toro no se quería ir de la plaza.

La verdad es que estuvo dos horas para volver a los corrales. Incluso hubo que soltarle dos perros, aquello se hizo eterno, pero daba gusto ver a aquel toro bravo en el ruedo.

Doce años después, en Olivenza indultaba al toro Garboso. también de Victorino Martin.

A mí siempre me ha encantado el encaste Santa Coloma. He indultado muchos toros de esta línea. Son animales que se mueven, tienen temperamento, bravura, emoción y movilidad. A algunos compañeros parece que les viene a contraestilo, pero si yo fuera otra vez ganadero, sería santacolomeño al 100%. La fiesta requiere de toreros bravos y dispuestos y la fiesta tiene que tener esa emoción, ese artista entregado y esa pasión, que solo la da un toro encastado. Y un torero bravo.

El tema de los indultos a veces se discute.

Yo estoy contento de haber sido, no solo protagonista de indultos, sino también haber ayudado para que esta figura tomase carta de naturaleza en el reglamento. Cuando era presidente de la unión de toreros, me reuní con el ministro Corcuera, de cara a tratar de regularizar el tema de los indultos. Conseguir que a aquellos toros que por su bravura y nobleza lo mereciesen, se les pudiese perdonar la vida para que luego padreasen. Esto es un valor grandísimo para la tauromaquia y para las ganaderías. Y yo tengo la satisfacción de haber ayudado a conseguir que vuelva al campo el toro que lo merezca.

Los toreros de su época.

Con Julio Robles tuve una competencia muy bonita. Nació una tarde en Las Ventas, y luego ya me hice muy amigo de él. Una competencia sana. Julio era una gran persona, un gran amigo y un gran torero. Me acuerdo mucho de él y le rezo todos los días.

Otro de los toreros al que admira le dio la alternativa en Zaragoza el 12 de octubre de 1974.

José María Manzanares, mi padrino, era especial en todos los sentidos. Era también una gran persona, un gran torero, un amigo, un tío. Y ese día me dijo más o menos que esta profesión es para hacer las cosas bonitas y bien, y dominar al toro y llevarlo muy despacito.

Luego tuvo que afrontar años de travesía en el desierto.

Tuve que superarlo a base de tener mucha afición y mucha fe en mi mismo. Yo no me preguntaba nada, luchaba todo el tiempo, y las cosas iban a mejor con ese esfuerzo diario. Yo soy un hombre de fe, rezo, creo y eso me ayudó mucho a salir adelante.

Y también sufrió graves cornadas, sobre todo en Cartagena de Indias y Zaragoza. Y de ahí se fue al Camino de Santiago.

De la muerte volvía la vida, y al camino fue por agradecimiento de que no me había ido. Volví a la vida de la muerte. Y para agradecer a la vida todo lo que me había dado. Ahora lo que quiero es estar feliz con la gente que me rodea y con mis amigos. Por la vida, siempre que hay que estar agradecido.

En Valencia tuvo mucho cartel, desde que debutó como novillero un 28 de abril de 1974 con Salvador Farelo y Jorge Herrera.

Esa fue la primera vez que toreé en Valencia, y luego vinieron muchas más tardes. Valencia ha sido un sitio clave para mí. Me acuerdo la tarde con un toro de Manolo Chopera, un tío ante el que estuve muy bien, me quedé muy quieto, me la jugué y acabé triunfando, no sin esfuerzo. También un toro de Torrestrella en unas fallas, una tarde de lluvia. Don Álvaro estaba pletórico. Fue una tarde histórica que nos trae unos recuerdos muy bonitos a Vicente el Soro y a mí. Valencia se entrega, es increíble, con los toreros se vuelca de verdad.

Al margen de Valencia, otras plazas. En Madrid, abrió cuatro veces la puerta grande.

Y también en Sevilla donde cuajé muy buenos toros. He sido muy agradecido y sigo agradeciéndoselo a la gente. He toreado muchas corridas en muchos sitios. Y las cosas han ido bien. También hubo tardes malas, pero han primado las buenas.

Hay otro toro de Baltasar Ibán en Las Ventas en el año ochenta.

Ante ese toro había que exponer y jugarse la vida. Es de los toros que te hacen pasar miedo pero me hice el ánimo y me hice con él, hasta lograr la apoteosis. Se vivió mucha emoción y mucho riesgo. Esta es la verdadera razón de la fiesta, la bravura del toro y del torero.

Después de tantas cornadas, el cuerpo y la mente se deben resentir.

Cuando uno está en el ruedo, ya no se acuerda. Con la plaza llena, el ambiente y el toro en el ruedo, no te acuerdas de nada. No piensas en lo que ha pasado. Solo piensas en estar bien, y que estás de nuevo en la plaza y debes triunfar delante del público.

Cómo no hablar del toro de Martínez Benavides.

Esa esa faena es a la que le debo yo haber alcanzado la gloria. Ahí me destapé para que la gente dijera:” este es un pedazo de torero y hay que contar con él.” Yo no estaba en aquellos momentos en una situación muy favorable. Y aquello significó un cambio en mi vida. Yo aunque no toreaba estaba preparado. Y cuando uno sale una plaza como Madrid, hay que estar a tope. Aquel todo me cogió preparado y me cambió la vida. Me puso en el candelero.

Otro toro de Jandilla, en Sevilla, en el año 98.

Era un toro bueno. A los que también hay que torear bien. No era un Santa Coloma, pero había que hacerle las cosas muy bien porque con todos los toros hay que estar a la altura.

Tras su larga experiencia, a los chavales transmitirá muchas cosas.

Lo más importante es tener una afición desmedida y una gran entrega a la profesión. El toro necesita que le hagan las cosas bien que se las hagan bien. Hay que estar bien con el toro para que éste responda. Al toro hay que ayudarle. Porque sobre todo al final se lo llevan las mulillas, salvo que se le indulte y se le pueda salvar la vida. Pero hay que ser agradecido a los toros por todo lo que te dan. El torero tiene que ayudar al toro y por eso hay que hacer que todo vaya bien y se corresponda con la faena.

No se sabe qué más miedo, la mirada de un toro,  los pitones, el volumen.

Resulta que es un conjunto. A lo largo de los años uno sabe que el toro, su sentir es coger. El capote, la muleta, al caballo o al torero. Y el torero tiene que hacer lo imposible para que un toro no me coja. Pero siempre toreándolo como si se estuviera toreando de salón, hacerlo con mimo.

La faena soñada.

Esa nunca se acaba de hacer. Eso sí, ha habido a lo largo de mi vida muchas buenas faenas y muchas buenas corridas. Y otros días en los que se podía haber estado mejor. La vida es una constante para torear, para vivir, para hacer las cosas bien. Y es en estos tiempos hay que hay que estar a la altura de las circunstancias.

El toreo es una escuela de valores.

Sobre todo cultiva valores el respeto, el esfuerzo, el sacrificio y luego viene lo que viene. Y hay que transmitir los valores de la fiesta.

Todavía en Valencia se acuerdan de cuando estuvo el pasado mes de octubre y actuó en el Teatro Principal junto a José Mercé al cante, toreando usted de salón en la fiesta de Vicente Ruiz El Soro.

La verdad es que José Mercé estuviera el cante y yo con el capote dando lances en un escenario fue algo grande. Me cogió inspirado y echamos un rato bueno. Es que el flamenco y la tauromaquia están hermanados: Camarón, Turronero, Rancapino han estado siempre conmigo con su arte Flamenco.. El toreo es tengo amigos y grandes artistas y he aprendido mucho de todos.

 

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